Asociación Cívica Mexicana Pro Plata A.C.
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Moneda de Plata para México

Estabilidad y orgullo nacional

Precio Onza Libertad Fuente: Banco Azteca, Institución de Banca Múltiple.
Venta $567.00 Recompra $467.00

El caso Serfin ¿es un fenómeno aislado?
jueves, 24 de junio de 1999
Francisco Helguera Ramírez

Recién re-privatizados los bancos y cuando yo ya me había retirado del banco donde trabajaba, me encontré en la calle a un antiguo amigo, antiguo agente de bolsa y flamante banquero. Tras los afectuosos saludos me empezó a presumir su nueva posición y me invito a comer. Lo escuche hablar, entusiasmado y lleno de proyectos. Yo estaba demasiado maltratado por mi traumático encuentro con Angel Rodríguez y su pandilla, de modo que no creo haber dicho más que algunas palabras de aliento para mi amigo, sin hacer más comentarios. No pude evitar, sin embargo, preguntarle ¿Qué te parece un banco visto desde adentro?. Mi amigo se puso serio y me dió su opinión técnica:

¡Un banco no es una casa de bolsa… es… otro animal!

Efectivamente, otro animal, que se comió la inversión de mi amigo y la de muchos amigos suyos y algunos míos que arrastró a la aventura. Ojalá hubiera sido solamente la inversión de los neo-banqueros; También se comió mucho más dinero, pero este era dinero de todos los ciudadanos, que estaremos pagando por generaciones, en un episodio llamado Fobaproa.

Hubo, en la privatización, una horrible e irresponsable improvisación y negligencia o perversidad. Todavía no acabo de decidir cuál.

Pero ¿fueron exclusivamente la inexperiencia o la mala fe la causa de la debacle?

Yo creo que no; sería infantil y estúpido decir que TODOS los compradores de los bancos eran sinvergüenzas, ineptos o ambas cosas, aunque es innegable que hubo muchos que me parece sorprendente que resultaran aceptados como administradores del patrimonio de un banco.

Sería igualmente estúpido e irresponsable decir que TODOS los deudores de la banca son sinvergüenzas que, en magna asamblea secreta acordaron dejar de pagar sus créditos y perder automóviles, casas, terrenos, ahorros y crédito personal.

Por eso es absurdo hablar de la cultura del no pago. ¿De manera unánime y solidaria, en un acto de coordinación sin precedente millones de mexicanos se volvieron insolventes e irresponsables? ¿O… los volvieron?

Por eso, en cambio, sí se puede hablar de la cultura del bilimbique, de la cultura de la mala moneda.

Sí se puede hablar de la irresponsable emisión de billetes sin respaldo, generadora de inflación, que de modo implacable fue deteriorando la moneda; sí se puede hablar de la inflación, del impuesto no decretado (pero sí cobrado) que fue acabando con ahorros y reservas, rebajando el poder adquisitivo y empobreciendo al pueblo.

La ausencia de una moneda que tuviera un valor mensurable, conocido, propició que un rumor y una desafortunada decisión iniciaran la estampida que arrasó con las reservas del banco central. Y con las reservas del banco central se esfumaron los avances logrados en la economía en los años precedentes, desplomándose el valor que se le atribuía al peso.

De golpe y porrazo, se depauperó al pueblo, se devaluaron sus ahorros y sus capitales; se cambiaron sus expectativas e inclusive se cambiaron muchos de sus hábitos y costumbres.

El caso de Serfin es uno más de los efectos de una mala moneda, sólo que más notorio por su tamaño y el tamaño del estropicio.

Este banco, es justo decirlo, arrastraba una larga cauda de errores de administraciones anteriores, a la que se añadieron los errores de la nueva administración.

Pero si los créditos carreteros o algún otro posterior fueron los culpables de la catástrofe o si la mala administración, o si… lo que sea, son sólo especulaciones y datos anecdóticos. La verdadera causa del problema de Serfin y algunos otros, fue el violento, repentino y radical empobrecimiento de los mexicanos, como resultado de una moneda cuyo valor convencional no pudieron sostener las autoridades.

Por eso resulta sorprendente que se empeñen en poner oídos sordos a la propuesta de una medida que devolvería la confianza, reduciría las tasas de interés y daría estabilidad a la moneda, sin sacrificar instituciones y sin perder soberanía. Poner a circular la moneda de plata, sin valor nominal, no compromete a nada, no costaría nada y proporcionaría una moneda que NADIE tendría interés en sacar repentinamente del país. Sería una moneda de valor conocido, de valor real que ayudaría a recuperar México.

Dolarizar la economía sería claudicar, acabar de perder México.