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Reforma Monetaria de 1905: Decisiones de Limantour contribuyeron a la Revolución de 1910
jueves, 1 de septiembre de 2005
Hugo Salinas Price

La historia de nuestra moneda mexicana, debe incluir y evaluar las decisiones tomadas en 1903-1905 por don José Yves Limantour, Secretario de Hacienda de don Porfirio Díaz, respecto a nuestro sistema monetario. Esas decisiones se concretaron en la “Reforma Monetaria de 1905”.

Emily S. Rosenberg es una historiadora de la época (1900-1930) en que los Estados Unidos se propusieron unilateralmente reformar y ordenar los sistemas monetarios de las naciones anteriormente bajo el dominio español, que pasaron al control americano con la victoria militar contra España, así como de otras naciones bajo su influencia, como México.

Recientemente se celebró en el Senado de la República el 100º Aniversario de la Reforma Monetaria de Limantour. Lamentablemente, no se han conocido y estudiado suficientemente los efectos negativos de tal Reforma, que como afirma la Rosenberg, contribuyeron a que se precipitara el terrible trauma que padeció México con la Revolución de 1910.

Emily S. Rosenberg, revela en su libro Financial Missionaries to the World  (Harvard University Press, 1999) algunos pormenores del proceso por el cual Limantour se propuso integrar al sistema monetario de México, basado en la plata, al sistema monetario de Estados Unidos y Gran Bretaña, basado en oro.  El proceso comenzó a partir de 1903, cuando tanto México como China solicitaron (por “sugerencia” americana) a los Estados Unidos, que les enviaran consejeros monetarios para diseñar reformas que estabilizarían el tipo de cambio de sus monedas respecto a países que estuvieran en el patrón oro.

Con la Reforma Monetaria de 1905, Limantour oficialmente logró que nuestro sistema monetario, que por siglos había estado basado en la moneda de plata, cambiara a un sistema basado en moneda de oro. Quedó, para desgracia de México, un bache enorme entre el objetivo oficial deseado, un sistema monetario basado en oro, y la realidad económica mexicana que operaba a base de plata.

Al efectuarse el cambio, surgieron graves problemas para México, porque México no podía abandonar su histórico peso de plata, una moneda de gran importancia mundial, que había permanecido sin cambio alguno desde las remotas épocas del Virreinato y la Independencia. Sin embargo, el peso de plata, y el peso oro de Limantour, con contenido de oro de .75 gramos, resultaron incompatibles y esta incompatibilidad acarreó grandes trastornos económicos y sociales.

El nuevo peso de oro que se decretó, con contenido de oro de .75 gramos, valía más que el peso de plata tradicional, pero ambos tendrían el mismo poder liberatorio. El contenido de oro del peso de oro, era más valioso que el contenido de plata del peso de plata. Esta contradicción tuvo resultados funestos.

En las páginas de Rosenberg que citamos, hallamos referencia a “dudas entre los de la Comisión [que vino a aconsejar a Limantour]” respecto a la conveniencia de crear un peso de oro, con contenido de oro por encima del valor del peso de plata; sin embargo, el gobierno mexicano aceptó la propuesta del peso de oro de .75 gramos.

¿Por qué se tomó tal decisión? El razonamiento fue, que si el peso de oro contenía oro por un valor inferior al valor de la plata en el peso de plata, entonces la población optaría por usar el peso menos valioso – el de oro – y enviaría a la fundición la masa de pesos de plata en circulación: la Ley de Gresham entraría en acción, y se usaría la moneda menos valiosa (la de oro) para comerciar, y la de mayor valor (la de plata) se retendría y se aprovecharía su valor superior como plata al enviarse a la fundición para venderse la plata, en lingote. Desaparecería la plata, lo cual era indeseable.

Por esta razón, se le dio al nuevo peso de oro, un contenido de oro cuyo valor superaba al valor de la plata contenida en el peso de plata, como hemos visto.

Pero esto presentaba otro problema: al cambiar un peso de plata por uno de oro (en realidad, tenían que ser dos pesos de plata, porque la moneda más pequeña de oro, fue de dos pesos) se conseguía una utilidad, pues el oro en el peso de oro, valía más que la plata en el peso de plata, pero eran legalmente indistinguibles. Esto haría que los mexicanos se abalanzaran contra la existencia de oro en el Tesoro, para entregar su plata a cambio de monedas de oro, más valiosas.

Limantour y otros, estimaban que los recursos de oro del gobierno mexicano, no serían suficientes para hacer semejante trueque de todo o gran parte del circulante de plata, por oro. Pero pensaron que si reducían el circulante de plata lo suficiente, la escasez de moneda de plata elevaría su valor por encima de su valor intrínseco, y se evitaría el canje de plata por oro.

En el famoso cuento de hadas, para lograr que el pie de la hija de la madrastra entrara en la zapatilla de la Cenicienta, se le cortaron algunos dedos a su pie. Así por el estilo, se tomó la decisión errónea de restringir radicalmente el circulante de moneda de plata en México, en un intento mal concebido por elevar así su valor en la circulación y alzarlo al valor más alto que era necesario para que circulara al lado de la nueva moneda de oro.

Según Rosenberg, la Reforma Monetaria de 1905, encabezada por José Yves Lminatour, fue una de las causas que contribuyeron a la Revolución Mexicana de 1910:

“Sería difícil determinar en qué medida se puede atribuir la angustia económica de los últimos años del régimen de Porfirio Díaz a la escasez e incertidumbre acerca del dinero, pero deben haber sido afectadas severamente la mano de obra agrícola e industrial y hasta la creciente clase media. La reforma a moneda basada en oro indudablemente alimentó los agravios económicos que culminaron en la Revolución de 1910  [Énfasis nuestro]. Los gobiernos revolucionarios después de 1910, echaron abajo la reforma de Limantour y comenzaron a emitir un creciente volumen de papel moneda inconvertible.”

Nuestro análisis de lo ocurrido

Limantour aplicó una política de una reducción drástica del circulante de plata, para elevar el valor de la moneda de plata, por encima del valor intrínseco de la plata que contenía. Esto fue nada menos que una draconiana política de deflación monetaria. Toda la economía mexicana giraba en torno a la moneda de plata. Súbitamente, escaseó. Para pagar a los trabajadores del campo, faltaba dinero, por lo tanto, reducción de sueldos. Los productos del campo, al valer más la moneda por estar escasa, bajaron de precio y esto afectó a los agricultores. Los negocios urbanos, faltos de clientela por la escasez de dinero, resintieron las ventas caídas. Los deudores en contratos, fueron abrumados por pagos que habían de hacerse con dinero que ahora valía más por estar más escaso.

Fue un gran trastorno para la economía, la Reforma Monetaria de 1905; tan grande, que contribuyó a una Revolución cinco años más tarde.

¿Para qué grande y noble fin se hizo esta Reforma, que tanto trastorno causó?

Para poder integrar la economía de México a las economías de Estados Unidos  y Gran Bretaña mediante un peso de oro, compatible con el dólar de oro, donde las reservas de oro de México estarían depositadas en Nueva York, para facilitar los pagos internacionales entre México y el resto del mundo a través de Nueva York. El plan imperial de fines del Siglo XIX de los americanos, era crear un imperio al estilo británico, que tuviera su sede financiera en Nueva York, así como el imperio británico tenía su sede en Londres. (Esto último, lo afirma Emily S. Rosenberg.)

A fin de cuentas, todo fracasó. La angustia provocada por la Reforma Monetaria de 1905, se unió a un río de descontento más amplio respecto a Don Porfirio Díaz, y se nos vino la Revolución, que nos ha costado 100 años de retraso. Ahora, nos vemos colocados dentro de la corriente de desbarajuste monetario mundial que en breve, culminará en colapso general.

Todo, por insistir en cambiar lo establecido por cientos de años, el peso mexicano de plata, una de las más antiguas y prestigiadas monedas del mundo, y “modernizar nuestro sistema monetario” a fin de poder entrar en lo que hoy llamaríamos “la globalización de 1905”, que no fue más que un desastre para México, que tuvo secuelas que aún no terminan.

Reflexiones sobre la Reforma Monetaria de 1905

El peso de oro, para entrar a la circulación con la plata con un mínimo de fricciones económicas, tendría que haber contenido .676  gramos de oro, y no .75 gramos. Así, nuestro peso de oro se habría cotizado 1.507/.676 =  2.23. O sea, $2.23 pesos mexicanos de oro por $1 dólar de oro y no a $2 pesos oro por $1 dólar de oro, como sucedió.

Razón para afirmar lo anterior:

El valor internacional de la plata en un peso mexicano de la época, era 44.95 centavos de dólar, en el promedio de precios de 1900 a 1904.

El valor internacional del oro en el nuevo peso de oro decretado a instancias de Limantour, era de 49.85 centavos de dólar, valor de .75 gramos de oro.

Si el nuevo peso de oro, se hubiera acuñado con un contenido de .676 gramos de oro, las dos monedas  - el peso de oro y el peso de plata  - hubieran tenido un valor similar, 44.95 centavos de dólar y se hubieran evitado – momentáneamente, cuando menos - los trastornos que produjo el cambio al oro.

Decimos “momentáneamente”, porque se trataba, en el fondo, del problema del “bi-metalismo”, entendido éste como el intento de fijar una paridad inmóvil entre el oro y la plata, que es teóricamente imposible. El oro y la plata monetizadas, son dos monedas independientes y es indispensable que su paridad, su “tipo de cambio” esté en continua fluctuación. Pueden coexistir los dos sistemas monetarios, pero en forma independiente y no unidos por una paridad fija. Todo intento de mantenerlas en circulación simultáneamente, como deseaba Limantour, estaba condenado al fracaso si ambas iban a representar “un peso”.

Fijada una paridad, el mercado mundial del oro y de la plata de inmediato violaría la paridad, con el resultado que una moneda u otra, estaría sobrevaluada y causaría la desaparición de la otra.

Limantour se halló frente a un dilema insoluble; por una parte, deseaba retener la plata mexicana en circulación y por otra parte, deseaba que la base de nuestro sistema monetario fuese el oro, para que México pudiera acceder los mercados de capital y atraer inversiones extranjeras a México.

El resultado imprevisto de la Reforma Monetaria de 1905 fue que aceleró la llegada de la Revolución por el descontento que causó en su vano intento por reconciliar dos elementos irreconciliables, la plata y el oro a paridad fija, dentro de un peso mexicano.